Carlos Valero Lecha
pintor español, nacido el 4 de marzo de 1894 en la villa de Alcorisa, situada al nororiente de la provincia de Teruel, en la comarca de Bajo Aragón, España y fallece en El Salvador el 20 de agosto de 1976 a la edad de 82 años. Es considerado por algunos, el padre de la pintura salvadoreña.1 El importante aporte a la formación de talentos en la pintura de dicho país, le valió en su momento la recepción de diversos reconocimientos como un diploma de parte de la Asociación Amigos de la Cultura; la condecoración "Orden Nacional José Matías Delgado" otorgada por el gobierno salvadoreño así como el doctorado Honoris Causa concedido por la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA).
En 1911, a la edad de 17 años, decide embarcarse en una aventura que lo llevaría a conocer Hispanoamérica. Inicia su travesía partiendo de Barcelona con destino a Buenos Aires, Argentina. Para subsistir se desempeñó en varios oficios: albañil, camarero, carpintero, dependiente, panadero, entre otros. No obstante, nunca olvidó su sueño, y asistió a una academia para ampliar sus conocimientos artísticos. Eventualmente la suerte le favorece, y logra colocarse como ayudante de escenografía en el importantísimo Teatro Colón de la misma ciudad.
Su calidad artística le permite ser contratado durante varios años como escenógrafo en La Habana por diferentes teatros y compañías con las que viajó. En 1916se trasladó a México y trabajó como escenógrafo de teatro en la Compañía de doña Mercedes Navarro. En una gira que realizó dicha compañía porCentroamérica, conoció las ciudades de Guatemala y San Salvador, en 1920 llega Honduras, coincidiendo esto con la quiebra de la compañía por lo que deja en ese momento el oficio de pintor de telones. Permaneció en Honduras por cuatro años más, debiendo ganarse la vida durante ese tiempo como pintor de casas y profesor de clases privadas de dibujo. Una de sus alumnas, Elidia Martínez, se convierte en su esposa, el 6 de julio de 1924.
Al estallar la guerra en dicho país emigra junto a su esposa, hacia El Salvador, donde la pareja procrea a sus cinco hijos: Andrés (1927), Mario (1928), Rosario (1930), Margarita (1936) y Valero (1938).
El Legado de la Academia de Valero Lecha
Carlos Alberto Imery
Desde pequeño comenzó a realizar copias de láminas con mucha habilidad, y al llegar a la secundaria inició el aprendizaje del dibujo y la pintura por recomendación de uno de sus profesores a su padre.
Su primer maestro fue Marcelino Carballo y realizó su primera exposición en 1903 en el taller de Luissi y Ferracutti.1 Para el año 1904 partió a Italia junto a Miguel Ortiz Villacorta donde estudió en el Real Instituto de Bellas Artes de Roma gracias a una beca concedida por el presidente Pedro José Escalón.2
Cuando regresó a El Salvador en 1911, tenía pensado divulgar su obra e iniciar una escuela, pero sus objetivos se retrasaron por falta de dinero, y tampoco tuvo éxito en la venta de sus cuadros. Pese a todo se dedicó a confeccionar carrozas para las fiestas agostinas y exhibía su obra en las vitrinas de ferreterías y almacenes.1 Sin embargo, recibió el apoyo del presidente Manuel Enrique Araujo para establecer una Escuela de Dibujo y Pintura en su propio hogar en 1912.1 3 Posteriormente el presidente Carlos Meléndez le dio fundación formal con la promulgación del decreto del 15 de septiembre de 1913 en el que se creó la Escuela Nacional de Artes Gráficas, dirigida por el mismo Imery.4
Dicha escuela enseñaba pintura, litografía, mecanografía, y tipografía, entre otros artes y oficios. En opinión de Camilo Minero, quien fue uno de sus alumnos, la enseñanza impartida en la institución era muy completa, y también el maestro Imery era una persona exigente con sus estudiantes. Para el crítico de arte Luis Retana, la escuela insertó «al país en la modernidad práctica», mientras que Jorge Cornejo asevera que la historia de la pintura salvadoreña inició, de hecho, con el magisterio de Imery.2
Otros alumnos que pasaron por la escuela fueron Carlos Cañas, César Sermeño, Luis Alfredo Cáceres Madrid, Luis Ángel Salinas y José Mejía Vides, entre otros.
Aunque no era pintor prolífico, Carlos Imery dejó obras de temáticas locales como Maíz, Campesinos, Volcán de San Salvador, Muchacho de la máscara y La ceiba del cementerio. También fungió como conservador de monumentos nacionales; profesor de dibujo de la Escuela Politécnica Militar y la Escuela Normal de Maestros; se desempeñó en la cátedra de dibujo, perspectiva y sombra en la Escuela de Ingeniería de la Universidad de El Salvador; y ostentó el cargo de director del Museo Nacional entre 1928 y 1930.1 Además, se mantuvo al frente de la Escuela de Artes Gráficas hasta su muerte.3
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